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El origen del gato doméstico

 
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En la noche de los tiempos

 
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El gato apareció en la tierra antes que la mayoría de los animales que han
llegado a ser domésticos y, sin embargo, ha sido uno de los últimos en ser
domesticados por el hombre.


No sabemos a ciencia cierta cuándo se
convirtió en compañero suyo. Sin duda la fascinación y misterio que siempre ha
rodeado, para su bien y su mal, al gato, ha dado lugar, desde la noche de los
tiempos, a todo tipo de leyendas sobre su origen.


Una de ellas cuenta
que, en pleno Diluvio Universal, en el arca no existía aún el gato. A medida que
pasaron los días los ratones se multiplicaban y arrasaban con las existencias de
alimentos. Noé, desesperado, pidió ayuda a Dios, que le invitó a acariciar tres
veces la cabeza del león. Este estornudó y de sus fosas nasales salió la
criatura que controlaría a los voraces ratones: el gato.


Leyendas aparte,
el antepasado común a todos los mamíferos carnívoros es el grupo de los
miácidos, que surgió en la tierra en el eoceno, hace unos 65 millones de años.
Estos eran animales de cerebro más desarrollado que sus antecesores, y dotados
de unas características morfológicas que los hacían aptos para la depredación,
lo que permitió su supervivencia y su difusión.


A partir de estos
miácidos comenzaron a evolucionar, hace aproximadamente 12 millones de años, los
felinos propiamente dichos. A lo largo del duro camino de la evolución, algunos
se extinguieron, como fue el caso del famoso tigre dientes de sable. Hace 3
millones de años, los registros fósiles nos indican que existían félidos
pertenecientes a los tres géneros de gatos modernos: Acinonyx (guepardos), Felis
(gatos menores) y Panthera (gatos mayores). Estos tres grandes grupos comprenden
todas las especies de felinos existentes en la actualidad, entre las que se
encuentra el gato doméstico (Felis domesticus).

 
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De Egipto hacia el mundo

 
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Los primeros registros históricos de que disponemos sobre el gato doméstico
proceden el antiguo Egipto (alrededor del año 3.000 a.C.) La devoción que
sintieron los egipcios por la figura del gato tiene probablemente su origen en
el servicio que éste hacía a la sociedad, limpiando los graneros de roedores y
protegiendo las cosechas. Sin embargo pronto, de ser un animal útil como
cazador, pasó a ser animal doméstico amado con pasión, entronizado y divinizado.
Férreas leyes protegían al gato, hasta el punto de que cualquiera que matase a
un ejemplar, aunque fuese intencionadamente, era condenado a muerte. Al gato
egipcio se le dedicaron fiestas y bacanales, y gozaba de extraordinarios
privilegios. Por ejemplo, cuando un gato moría en el seno de una familia, los
egipcios se rapaban las cejas en señal de luto.


Fue una época dorada para
el gato, cuyas habilidades hicieron que otros pueblos, como los fenicios,
contribuyeran sin duda decisivamente en la expansión de este animal. A
diferencia del pueblo egipcio, los griegos lo consideraron simplemente un animal
útil (Esopo lo recrea solamente en tres de sus famosas fábulas, y lo hace
precisamente resaltando sus cualidades más negativas), al igual que los romanos,
con el cual sustituyeron a la comadreja en la lucha contra las ratas.



Hacia el año 1.000 de nuestra era los gatos todavía eran muy buscados
para luchar contra los roedores, cuya invasión representaba una auténtica plaga.
Sin embargo, todavía nuestros amigos no estaban muy difundidos, por lo que la
venta de un ejemplar podía alcanzar precios astronómicos.


Se cree que
hacia el año 400 a.C. el gato como acompañante doméstico llegó al Cercano
Oriente y de ahí a China e India. En China se creía que el gato, cuya función
era la de cazador y acompañante de mujeres, traía la pobreza al hogar, por lo
que su entrada no estuvo acompañada de buenos augurios. Mejor fortuna tuvo en
India, donde nuevamente volvió a representar la figura divina. Más tardía fue la
llegada del gato doméstico a Europa, cuya difusión corrió a cargo probablemente
de los romanos, para los cuales el gato representaba la victoria en sus
conquistas.

En este punto, el gato es pues, una util herramienta como control
de las plagas, cuando no una admirada figura que llena el hogar. Ya extendidos
por toda Europa, se promulgan leyes que les protegen. El gato está bien visto en
la sociedad.

 
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Malos tiempos: la Edad Media

 
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Y llega la Edad Media. Una época oscura por excelencia, dominada por la
ignorancia, el fanatismo religioso y las supersticiones. El gato, máxime si es
negro, de mirada misteriosa, de aspecto sensual, al que se le atribuyen poderes
sobrenaturales, como el ver en la oscuridad, conoce sus peores días. Miles de
gatos son quemados en las hogueras junto a los herejes y las brujas, de las que
se decía eran sus servidores, la encarnación del Maligno. La simple posesión de
un gato era motivo para acusar a una persona de brujería. La población de gatos
se ve diezmada, mientras los roedores campaban a sus anchas, trayendo consigo
una de las peores tragedias que ha conocido el mundo: la peste.

 
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El gato, al fin

 
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El final de los tiempos oscuros y el avance de la civilización consiguieron,
finalmente, devolver al gato su status de animal tranquilo, afable y doméstico.
Durante la época de Pasteur, y con el descubrimiento de las bacterias, la
sociedad, aterrorizada por esos invisibles seres portadores de enfermedades,
volvió la mirada hacia el gato. Las bacterias gustaban de vivir en la suciedad y
el gato era paradigma de la limpieza, por lo tanto, el único animal digno de
vivir con el hombre.


A partir de este momento, la consolidación del gato
como figura indispensable en nuestra sociedad sólo fue cuestión de tiempo. Ya no
es un cazador de ratones sino un compañero leal, afable y tierno, que merece,
por fin, su puesto en la historia.

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El gato en el antiguo Egipto

 
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Si nosotros amamos al gato por su fascinante personalidad, mucho antes la
civilización egipcia los adoró, literalmente hablando, hasta el punto de
convertirlos en dioses.

El culto al gato en el antiguo Egipto surge en torno
al año 2.900 a.C. Según narran las leyendas Ra, dios del Sol, como castigo a los
hombres, que se habían atrevido a cuestionar su autoridad, envió a la tierra a
"ojo del Sol", una de sus hijas, que, en el desierto de Nubia (Sudán) se encarnó
en Sekmet, una fiera y sanguinaria leona.


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Pero ésta, traspasando los límites de su mandato, provocó tal cantidad de
masacres y epidemias que, para evitar que aniquilase a la humanidad entera, Ra
decidió enviar a la tierra al guerrero Onuris con la misión de calmar a Sekmet,
la cual termina convirtiéndose en la maternal y pacífica Bastet, la diosa-gata,
asímismo conocida como Ousbasti o Bast.

 
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De este modo, la leyenda trata de poner al alcance de los antiguos egipcios
la ambigüedad y la tan característica dualidad felina: Bastet, el ojo de Ra
asociado al Sol, protectora de los niños y diosa de la música, cálida y
vivificante, que representaría la parte femenina, frente a la cruel y despiadada
Sekmet, llamada "La Poderosa", que representaría la conexión con la luna y el
espíritu oculto, misterioso, oscuro como la noche, de los gatos.


Los
egipcios, fascinados por esta divinidad al mismo tiempo lunar y solar, la
representaron de numerosas maneras a través de estatuas y pequeñas esculturas de
bronce o piedra. En ellas, Bastet aparece representada de dos formas: como un
gato sentado, con las patas anteriores extendidas y un pectoral en el cual
estaba inscrito el escarabajo solar; o bien de pie, adoptando la forma de una
mujer con cabeza de gato, portando un cesto y un sistro (uno de los instrumentos
musicales más antiguos conocido, consistente en una especie de sonajero de
piezas metálicas móviles, en cuyo extremo se tallaba una cabeza de
gato).


Siendo Bastet una de las divinidades del panteón egipcio más
veneradas, no es de extrañar que fuesen numerosos los templos erigidos en su
honor. El más famoso de ellos se encontraba en Bubasti, en una isla situada en
el delta del Nilo. Bubasti fue un famoso lugar de celebración debido a los
numerosos festejos que allí se celebraban, durante los cuales las mujeres,
venidas de todos los lugares de Egipto, imitaban los movimientos del gato en
celo para seducir a los hombres, según cuenta el historiador Herodoto. Pero
Bubasti no fue sólo un lugar de encuentro para festejos carnales y lúdicos.
También, los peregrinos que deseaban pedir o agradecer las gracias recibidas,
ofrendaban al templo una estatuilla representando a la diosa-gata.

La
mitología y la leyenda adornan, pues, las estrechas relaciones existentes entre
el gato y los antiguos egipcios. Pero ¿cómo, en la vida cotidiana, encajaba
realmente este animal?

 
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Los egipcios inoculaban a los gatos gotas de su sangre para protegerles de
las enfermedades y de los malos espíritus. Estaba prohibido matar a un gato,
bajo pena de muerte. La muerte del gato de la casa era una verdadera tragedia, y
los familiares se enlutaban y rapaban las cejas en señal de duelo. Las familias
pudientes mandaban embalsamar al gato y después ra sepultado en grandes
necrópolis gatunas; en 1890, en Berni Hassan, se descubrió un antiguo cementerio
de gatos en el que se hallaron cerca de 300.000 momias de gatos
embalsamados.


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Momia egipcia de gato
 

 
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Según cuenta Dioroco Sicuro, bajo el reinado de Ptolomeo XV, un soldado
romano fue linchado por la población por haber dado accidentalmente muerte a un
gato. Antes de esto, en tiempos de las invasiones pesas, éstos, ante un ataque
de los egipcios, y sabiendo de la veneración que sentían por los gatos, tomaron
como rehenes a un gran número de estos animales, utilizándolos como escudos. Se
cuenta que los egipcios, antes de herir a los gatos, prefirieron rendirse sin
combatir.

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El origen de la palabra "gato"

 
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A lo largo de la historia, el gato doméstico ha recibido diferentes nombres. Hoy en día, sin embargo, la auténtica etimología de la palabra "gato" no se conoce con exactitud.

 
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En Egipto, cuna del gato doméstico, el nombre del gato es una
onomatopeya de su voz:
myeou es denominado el gato macho, mientras que la
gata hembra recibe el nombre de
techau. Partiendo de esta palabra, los
antiguos coptos acuñaron el término
chau.

El historiador griego
Herodoto (siglo V a.C.) llamó al gato
ailouros, de aiolos, móvil y oura,
cola, es decir: de cola móvil. Sin embargo, pronto entró en escena en el mundo
griego el término
galê, usado como "cazador de ratones" o
"comadreja".


En la antigua Roma, felis era el nombre del gato
salvaje, y de su raíz derivala palabra "
felino" y todas sus derivadas.
Posteriormente, apareció en el mundo latino una nueva palabra para denominar al
gato: "
cattus", acepción que se considera hoy en día (DRAE) la más
plausible para el verdadero origen de la palabra gato.


De cattus
proceden la mayor parte de las versiones de la palabra gato en las lenguas
indoeuropeas:

 
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Cat en inglés
Katz en alemán
kat en holandés
Gatto en italiano

 
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¿De dónde surge esta palabra? Existen dos teorías al respecto. Una de ellas
sostiene que
cattus procede de una antigua lengua africana u oriental. La
otra afirma que su origen es celta.


En cualquier caso, se acepta como
seguro el hecho de que nuestro gato doméstico actual es llamado así desde el
siglo IV d.C.

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Curiosidades gatunas

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¡Qué raro es este gato!

 
 

 
 

Eres dueño de un gato ¡Felicidades! Si acaba de llegar a casa, debes saber que te esperan años de alegría y de buenos momentos. Si, por el contrario, ya eres veterano en tu relación con nuestros queridos amigos felinos, sin duda muchas veces te habrás hecho la siguiente pregunta: Este gato ¿estará loco?

 
 

 
 


 

 
 

 
 

Mi gato...

 
 

"Amasa" con sus patitas delanteras

 
 

La acción en la que el gato estira sus patitas y dedos rítmicamente es conocido como "amasar". Este movimiento va acompañado algunas veces por el hecho de tomar, en la boca del animal, por ejemplo, un trozo de tela, o incluso la propia piel del dueño. Los cachorros "amasan" con sus patas las mamas de la madre con objeto de estimular la secreción de leche. Este comportamiento, en muchas ocasiones, se prolonga incluso después de que el gato sea adulto; se trata, pues, de una reminiscencia de su etapa de "bebés", que el gato reproduce posteriormente tal vez con el objeto de tranquilizarse o simplemente obtener una sensación placentera.

 
 

Se frota contra mí

 
 

Al igual que el gatito se frota contra su madre reclamando alimento o atención, el gato adulto se frota contra su amo con la cabeza o el cuerpo. En realidad se trata tanto de una señal de afecto como de un ritual de marcaje. Frotando su cabeza
contra tí, el gato deposita la secreción de las glándulas que se encuentran situadas a ambos lados de su cabeza, impregnándote de sus feromonas y diciendo "¡eres mío!".

 
 

Bebe agua directamente del grifo

 
 

Aun cuando tenga agua en abundancia en su escudilla, de vez en cuando podemos sorprender a nuestro gato bebiendo o lamiendo directamente las gotas que caen del grifo del fregadero o del lavabo. Expertos en etología felina explican que, además de que el agua del grifo suele estar más fresca, el gato es un gran jugador al que apasionan los retos: le resulta más divertido hacer cabriolas y equilibrios para conseguir el agua del grifo, que tomarla tranquila y monótonamente de su plato.

 
 

Se muerde la cola, u otras partes del cuerpo

 
 

Si tu gato tiene prurito, parásitos externos u otra afección cutánea, aunque para tí pase inadvertida, se lamerá, morderá y rascará la zona hasta hacerse aparatosas heridas. Sin embargo, en ocasiones se trata de una obsesión a través de la cual el animal manifiesta una situación de estrés, nerviosismo o aburrimiento. En cualquier caso, es hora de acudir al veterinario para que éste haga una valoración de la situación que pueda descartar problemas físicos.

 
 

Emite ruiditos nerviosos cuando ve una mosca

 
 

... al mismo tiempo que mueve vigorosamente la cola, haciendo una especie de "gñe, gñe". Este comportamiento guarda relación con el instinto predatorio del gato. Al ver una posible presa (aunque sea una inofensiva mosca) fuera de su alcance, se mostrará nervioso, excitado y tal vez frustrado al no poder darle caza.

 
 

Me lame ¡Y tiene la lengua muy áspera!

 
 

Si tu gato te lame ocasionalmente las manos, la cara u otra parte del cuerpo, te está considerando un igual, un "gato grande". Realmente te está aseando, cosa que sólamente hacen entre sí los gatos unidos por lazos familiares o pertenecientes a la misma comunidad. Enhorabuena, pues, porque eres uno más.

 
 

Se pasa el día durmiendo

 
 

Un gato adulto, sano, pasa alrededor del 60-65 % de su tiempo durmiendo. Sin embargo, a diferencia del cachorro, que duerme profundamente, el adulto permanece en una especie de duermevela, intercalando fases de sueño ligero con otras, más cortas, de sueño profundo. Conforme van envejeciendo, los gatos duermen cada vez más, llegando a dormir, incluso, el 75% del tiempo. Al igual que el humano, el gato también sueña. Esto cumple una importante función:clasificar, memorizar o evaluar los diferentes estímulos o agresiones percibidos durante su vida consciente.

 
 

¡Ataca mis piernas!

 
 

Los expertos en comportamiento felino utilizan la expresión de "síndrome del gato-tigre" para definir la manía que algunos gatos tienen de atacar violentamente los zapatos o piernas de su dueño. Este, escondido tras una puerta o un mueble, se abalanza sobre las extremidades de su propietario, mordiéndolas o arañándolas. Esta enojosa manía es propia de gatos aburridos o que pasan mucho tiempo solos. El gato, ansioso por moverse, provoca estas simulaciones de caza. Para tratar de solventarlo, puede ser una buena solución estimular el entretenimiento del gato poniendo a su disposición juguetes, un árbol para gatos, o simplemente jugando más con él.

 
 

Jugamos y, de repente, me ataca

 
 

Al dueño del gato le desconcierta que éste acepte de buen grado sus caricias y, de pronto, muerda su mano sin razón aparente. Este comportamiento se da en gatos nerviosos o hipersensibles, para los cuales las caricias prolongadas llegan a un punto en que repentinamente se convierten en una sensación insoportable. Son gatos y tienen derecho a cambiar de opinión :)

 
 

¡Sufre ataques de locura nocturna!

 
 

Carreras alocadas de un lado a otro de la casa, saltos contra las paredes, persecuciones imaginarias, piruetas en el aire... Tranquilos, nuestro gatito no se ha vuelto loco, sólo está jugando. El gato es un animal con una tremenda imaginación. Mediante estos juegos alocados, que generalmente tienen lugar de noche (las horas nocturnas son aquéllas en las que el gato en libertad sale de caza), da rienda suelta a sus instintos depredatorios, persiguiendo presas fantasmas, acechando a roedores inexistentes o saltando sobre pájaros imaginarios.

 
 

Chupa prendas de ropa

 
 

En ocasiones, el gato chupa, muerde y destroza cuantas prendas de lana encuentra a su alcance. Este es un comportamiento extraño y peligroso, que todavía no ha podido ser suficientemente explicado. Peligroso, pues además de destrozar numerosos jerseys, calcetines y vestidos, el animal puede ingerir hilos de lana que pueden llegar a ocasionarle graves oclusiones. Algunas teorías han apuntado a un origen genético de esta obsesión, afirmando que los siameses son más propensos a padecerla, aunque esta predisposición racial no está demostrada. Parece ser, sin embargo, que cierta similitud entre el olor de la leche y algunos productos utilizados para lavar la lana podría estar en el origen de esta curiosa manía gatuna.

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Citas sobre gatos

 
 

 
 

El gato no nos acaricia, se acaricia contra nosotros."Toman al soñar la noble actitud de grandes esfinges alojadas al fondo de la soledades, que parecen adormecerse en un sueño sin fin". (Charles Baudelaire)

El hombre es civilizado en la medida en que comprende a un gato (G. Bernard Shaw).

El gato es el único animal que ha conseguido domesticar al hombre (Marcel Mauss).

Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad, y tuvo todas las virtudes del hombre sin ninguno de sus defectos (Lord Byron).

Lo que más aprecia un gato en un ser humano no es la capacidad de aportarle alimentos, que consideran sobreentendida, sino el valor que posee como fuente de entrenamiento (E. West).

Cuando juego con mi gata, ¿quién sabe si no me utiliza para pasar el rato más que yo a ella? (Michel de Montaigne).

A juicio de los gatos, los hombres no somos más que muebles de sangre caliente (Jacquelyn Mitchard).

Para mantener una verdadera perspectiva de lo que valemos, todos deberíamos tener un perro que nos adore y un gato que nos ignore (Derek Bruce).

Si un pez es encarnación del movimiento del agua, que le da su forma, un gato es diagrama y arquetipo del aire sutil (D. Lessing).

Si se pudiera cruzar al hombre con el gato, resultaría una mejora para el hombre (Mark Twain).

Las mujeres y los gatos hacen lo que les place; los hombres y los perros deberían relajarse y acostumbrarse a esa idea.

Los gatos saben por instinto la hora exacta a la que van a despertarse sus amos, y los despiertan diez minutos antes (Jim Davis).

Prefiero los gatos a los perros, porque no hay gatos policía (Jean Cocteau).

No importa lo que hayas hecho mal, siempre trata de que parezca que lo ha hecho el perro (un gato).

Mi gato nunca se ríe o se lamenta, siempre está razonando (Miguel de Unamuno).

Una casa sin un gato, un bien alimentado, bien cuidado, bien reverenciado gato, puede ser una casa perfecta, pero ¿cómo puede llegar a demostrarlo? (Mark Twain).

Los gatos son misteriosos; pasa más por su mente de lo que nunca podríamos imaginarnos (Sir Walter Scott).

Es una labor muy difícil ganar el afecto de un gato; será tu amigo si siente que eres digno de su amistad, pero no tu esclavo (Teofilo Gautier).

Yo soy un gato.... yo soy honorable... yo tengo orgullo... yo tengo dignidad (Paul Gallico).

Tú nunca me dejarás, ni nada podrá separarnos. Tú eres mi gato y yo soy tu humano. Ahora y siempre, en la plenitud de la paz (Hillaire Belloc).

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